viernes, 27 de junio de 2014

UN DOCUMENTAL DE DESPEDIDA























El mundo de la moda ha dado con una nueva forma de publicidad, surgidos de la conexión con las artes audiovisuales, los fashion films han llegado para seguir cautivando a sus clientes. Valentino: El Último Emperador, no precisamente encuadraría en este género, pero sí representa el arribo de los grandes nombres del fashion business al cine en formato documental. Sin dudas, un regalo para sus fanáticos, un universo con mucho para contar, colmado de historias, anécdotas y glamour.

El fashion film o cine de moda, es un género todavía experimental que se encuentra en pleno desarrollo y en pleno estallido. Algunos sostienen que es la evolución natural de la fotografía de moda y que está dispuesta a conquistarla y suplantarla. Más precisamente podríamos definirlos como a piezas audiovisuales de corta duración (entre uno a cinco minutos), con una estética visual heredada de la fotografía de moda y una narrativa entre el vídeo musical, el spot publicitario y el corto de ficción.

En esta forma de publicidad no se limita al narrador únicamente al producto que se está anunciando, sino que se muestran como a pequeñas obras de arte con una calidad sorprendente, como pequeñas piezas de autor. Se trata de contar una historia, con un guion, actores, un director y un gran despliegue de producción.

Las marcas más importantes han dado el punta pie inicial, Prada fue la pionera, quien en la búsqueda por encontrar una manera de comunicar su marca contrató a la fotógrafa y artista Yang Fudong para crear “First Spring” y fue en este preciso momento cuando nacieron los fashion films, nombre que le fue otorgado por la misma Miuccia Prada. Luego casas de la talla de Chanel y Christian Dior entre otras, comenzaron a contratar a directores famosos para llevar adelante a un cortometraje a nivel hollywoodense, con presupuestos por supuesto desorbitados.

Esta tendencia no sólo se da en las empresas de lujo sino que se extiende hacia toda la industria, convirtiéndose así en el nuevo soporte publicitario para los encargados de producir moda. En el caso de Valentino: EL último Emperador, se trata de un documental de 96 minutos dirigido por Matt Tyrnauer.

Allí podemos ver de cerca al diseñador italiano, sus talleres, su proceso de producción, sus colaboradores, las pruebas de vestuarios con modelos cuyos rostros resultan familiares, queda todo o casi todo, al descubierto hasta llegar al día del desfile con un detrás de escena contado en primera persona, colmado de presiones y estrés.

Algo pocas veces visto, porque a la creación de un diseñador y sus productos los vemos en forma de campaña publicitaria, shows, o notas periodísticas relatadas subjetivamente por la prensa. De repente, gracias a estos documentales que están surgiendo en la actualidad, podemos vivir, entender de alguna manera y conocer el tesoro escondido detrás de una prenda hecha, una colección presentada, una campaña fotografiada.

Es una manera de eternizar al diseñador y de mostrarlo como a un ser humano, en la mayoría de los casos, sensible y apasionada por su profesión. Quizás sea una manera de inmortalizar a su obra y llegar a la sociedad desenmascarándose y escapando a la idea de frivolidad. EL documental de Valentino refleja su carrera, pero qué difícil resulta diferenciar a su vida personal de su trabajo cuando éste parece serlo todo, y muestra a una situación de tensión generada por la decisión de dejar atrás 45 años de trayectoria y ceder el puesto de director creativo de la firma que lleva su nombre o no.

En el film aparecen frases que demuestran el gran amor que un creativo debe cargar para consigo mismo para llegar y posicionarse en la cima. El éxito es indudablemente resultado de la creencia en un mismo más allá del talento, “Después de mí, el diluvio” respondía ante periodistas implacables por saber su destino. Luego surgen frases que sonarán para siempre: “yo sé lo que ellas quieren, ellas quieren ser bellas”. Palabras claves que representan su obra. Y la aparición constante de su sello distintivo, la creación de su propio color, el rojo valentino.

Es interesante como los diseñadores están dando un nuevo giro para acercarse al público. Los artistas pintores suelen ser protagonistas de grandes historias que cautivan a un público diverso y se hace necesario conocer sus nombres, es por esto que los diseñadores también quieren ser reconocidos universalmente y marcar a la historia. Y podríamos decir que serán las artes visuales las indicadas para promover esta disfunción y llegada.

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